inanciación más justa y una federalización del Estado de las autonomías” en lugar de “un nacionalismo catalán exacerbado”? ¡Qué sagaz visión de la historia! ¡Cuánta sensiblidad! Y para ello invocan los tótems de la Transición y la Constitución de 1978, ambas firmemente tuteladas por el franquismo. O un Estatuto que las instituciones españoles se encargaron de reducir a una humillante caricatura.
Llegan tarde, como siempre, muy tarde. Y se equivocan de plano si piensan que esto, como decía esta mañana el titular de la edición digital de este diario, es una “oleada soberanista de Mas”. Mas se subió a la ola el 11 de septiembre y trata de surfearla como puede. Es el pueblo de Cataluña, el millón y medio de personas que desbordamos las calles de Barcelona el 11 S, quien está delante. ¡Qué pena que ni siquiera eso sean capaces de ver!
Parece mentira que no haya intelectuales en España que tengan el valor democrático de reconocer -sin más-, el derecho a decidir.
Como decía Agustín García Calvo: “Libre te quiero, pero no mía”. No es su caso.
Adéu Espanya!
Llegan tarde, como siempre, muy tarde. Y se equivocan de plano si piensan que esto, como decía esta mañana el titular de la edición digital de este diario, es una “oleada soberanista de Mas”. Mas se subió a la ola el 11 de septiembre y trata de surfearla como puede. Es el pueblo de Cataluña, el millón y medio de personas que desbordamos las calles de Barcelona el 11 S, quien está delante. ¡Qué pena que ni siquiera eso sean capaces de ver!
Parece mentira que no haya intelectuales en España que tengan el valor democrático de reconocer -sin más-, el derecho a decidir.
Como decía Agustín García Calvo: “Libre te quiero, pero no mía”. No es su caso.
Adéu Espanya!
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