sábado, 9 de agosto de 2014

“Los que dicen que todos los políticos son iguales suelen conformarse con los peores”

 Una conversació que protagonizaron el diplomático Carles Casajuana y el sociólogo Ignacio Sánchez-Cuenca. Es un prisma que también tenemos que valorar.

Quería empezar hablando sobre el alcance y las causas del malestar de la ciudadanía con los políticos y la política. Desde hace tres años los ciudadanos apuntan a la política como uno de los principales problemas de España, y en el último año se ha disparado la preocupación por la corrupción.  ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Creo que hay tres razones. La primera tiene que ver con  el hecho de que nuestro sistema constitucional es muy rígido. Quisimos que lo fuera para dar estabilidad al sistema, pero con los años esta rigidez está dificultando las reformas necesarias. La segunda es que el sesgo a favor de la estabilidad ha blindado excesivamente a los grandes partidos, a sus aparatos y a los gobiernos. Les protege demasiado y ahoga el debate. Y la tercera razón es la crisis, claro. Se han agudizado las desigualdades y eso ha generado muchas tensiones.
Hemos perdido la capacidad de resolver nuestros propios problemas, en parte por las estrecheces que suponen la unión monetaria. Esto es para mi la clave. Si nos fijamos en  los países de nuestro entorno, aún teniendo sistemas políticos y trayectorias democráticas muy distintas, están teniendo el mismo problema de hartazgo de la ciudadanía con unos representantes políticos que son incapaces de solucionar unos problemas que les desbordan. Eso solo se explica por la crisis.
 Creo que  un error del debate político actual es considerar que esas reformas institucionales tienen que ver con la crisis. Por mucho que cambiemos la ley de partidos, el sistema electoral, la ley de transparencia, etc., la crisis va a continuar. Habrá que hacer las reformas por motivos democráticos,  no por la situación económica.
La crisis económica se ha convertido también en una crisis política, y no sé si la superaremos sin reformas políticas, que cada vez parecen más imprescindibles. En todo caso, yo añadiría el descontento de los ciudadanos: la globalización. La globalización ha generado insatisfacción con los políticos porque no pueden hacer frente por si mismos a los problemas desde el ámbito nacional. Tienen que hacer como que pueden, para ganar las elecciones, pero luego la realidad les supera. La economía está globalizada y la política no, y esto quiere decir que los gobiernos tienen que hacer frente a problemas sobre los que tienen muy poca influencia. Es muy difícil gobernar con herramientas nacionales una economía tan abierta como la española, con tanta dependencia de los mercados internacionales. Eso genera una insatisfacción con los políticos, porque son incapaces de solucionar unos problemas que no están a su alcance.
A mi me parece que la tensión entre la globalización económica y una política que sigue siendo nacional tiene que resolverse a base de una cierta globalización política. En nuestro caso es sencillo porque tenemos a la Unión Europea. Hemos transferido muchas competencias a la UE, pero en cambio las competencias políticas siguen estando a nivel nacional. Cedemos decisiones muy importantes, que afectan directamente a los ciudadanos, pero no nos atrevemos con las competencias políticas. Me cuesta entender que todavía no hayamos dado este paso. ¿Cómo puede ser que en las próximas europeas no elijamos directamente al presidente de la Comisión?
Voy a ir un poco más lejos. Aunque eligiéramos democráticamente al presidente de la Comisión,  el personaje más poderoso seguiría siendo el gobernador del BCE, que no rinde cuentas ante nadie. Esto es un déficit democrático enorme. No hay ningún Banco Central con el poder político y la independencia que tiene el BCE. Eso hace que la política económica la dicte él, porque los gobiernos tienen que ir reaccionando a las decisiones que vaya tomando.
Hablamos de los políticos como si fueran todos iguales y eso no es así. Me acuerdo de una frase del gran humorista catalán Jaume Perich, que decía: “Los que dicen que todos los políticos son iguales suelen conformarse con los peores.” Hay políticos que están dispuestos a decir a los ciudadanos lo que hay que hacer, aunque les cueste las elecciones, y otros que no. Los hay que son honestos y valientes y otros que no lo son tanto. Estamos un poco en aquello de “sabemos lo que hay que hacer pero lo que no sabemos es cómo conseguir que nos voten para hacerlo”.
 Lamentablemente creo que no es posible salir de la crisis sin reformas políticas tanto a nivel nacional como europeo. Antes hablábamos de la educación, que es uno de los temas más visibles. Nosotros hemos hecho muy poco esfuerzo en ése terreno, que es clave para nuestro futuro. Salvo que contemos con un capital humano más formado que nuestros competidores, estaremos obligados a reducir costes mediante la bajada salarial. O somos mejores o somos más baratos: de otro modo, estamos condenados a altas cifras de paro. Por eso la educación es clave. Estamos recortando lo que más necesitaremos para salir de la crisis.

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